jueves, 23 de diciembre de 2010

¡Esta mosca no me pesca!

Basado en hechos reales

Hace rato ya, una mosca ronda en mi pieza… la veo de reojo y me aseguro que la mosca haga lo mismo conmigo con sus millones de ojitos diminutos y asquerosos, el sonido que emite es constante y desagradable, como un tzz tzz que vuela por todos lados y que repentinamente se detiene en la ventana, “mosca de mierda”- pensé, “uno acá con dos ojos medios pitis y esta mosca ni se inmuta en moverse”.

En ese momento unos pensamientos asesinos me invadieron, esa sensación de querer pegarle con lo primero que encuentre, un zapato, un libro, una polera o un sostén… ¡un sostén!, la salvación de mi calvario estaba solo a unos centímetros de mi mano, sobre mi cama se encontraba muy tiernamente uno de mis sostenes blancos, inocente como el mismo, tan acostumbrado a la suavidad alérgica de mi piel blancucha. Bien, la escena se pinta así, la mosca –grande, negra y sapa- está en la ventana de mi pieza y yo, sentada como estoy en la cama encuentro que el sostén es perfecta para mi solución asesina.

Me pare disimuladamente, como queriendo pasar piola, pero claramente no podría… sujeté el sostén con potente fuerza en mis manos húmedas por los nervios característicos de un asesino prematuro, pero la mosca ni se movió, “se estará haciendo la loca”- pensé y continué avanzando, cuando creía que estaba lista, lance un grito un poco vergonzoso “¡muere mosca maraca!” y con toda la precisión posible, ataque a la mosca con mi blanco sostén…

Después del ataque, rápidamente observe el lugar de los hechos, arrugue un poco la cara, como con asco a ver mi sostén manchado con la mugre de este gran animal, ¡pero nada!, la bestia ni se había movido y como era de esperar, ni la rose. “Que mala soy con la puntería, además ¡Esta mosca no me pesca!, bah, mejor espero a que se muera solita.” Y me fui tan indignada como al principio a recibir el consuelo de mi madre.

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