jueves, 30 de diciembre de 2010

El tonto y la Damaris Parte I


El amor a esa edad se volvía cosa extraña, todo parecía tan nuevo y misterioso, que hasta un besito rápido parecía una verdadera odisea de adultos. Damaris no pensaba lo mismo, me miraba, lo sé, desde hace ya unos días, su mirada oscura y fija me golpeaba cuando caminaba por el liceo, esa mirada de girasol, mística y a veces hasta endemoniada, a mi me gustaba, pero en cierto punto me causaba miedo y es que yo nunca he sido de amores ni modas, siempre fui más apegado a mis fantasías y libros y sabía mucho más de cultura y records guinness que de mujeres y conquistas, aún… aún no me picaba el bichito del morbo - ahora no digo lo mismo, claro, ¡pero me alegro tanto por eso!- , pero poco tiempo falto para que ya me entrara la curiosidad, la Damaris tuvo la culpa, me sedujo con su larga y lisa cabellera, la sensualidad anormal y a la vez misteriosa que entregaba era incalculable para mí que aun era un idiota del amor.

Resulto que un día me llamo para conversar, quería que fuéramos a su casa, cerca del liceo a arreglar cuentas, ¿“arreglar cuentas”?- pensé, esta tipa está loca, pero obviamente acepte, ese día después de clase nos fuimos caminando.

- ¿Qué pasa Damaris?- le dije algo nervioso, no pudo faltar el gallito en la voz. Sonrió.

- En la casa te explico todo bobo, además… estaremos solos- agregó ella mirando al piso, sonrojada.

Yo no pude decir nada, aunque me carcomían las ganas de preguntarle si iba a abusarme o algo parecido, desee con todas mis fuerzas que así fuera, pero en realidad poco me importaba, esta chicoca tenía miles de temas interesantes para el habla y quizás solo quería compartir una cerveza.

Habíamos llegado, departamento tercer piso a la derecha, numero 328, al entrar el departamento estaba impregnado de cigarrillo, en el sillón de la salita de estar, había un perrito chico, de esos que dan asco.

- Qué lindo perro- le dije, pero era pura ironía, su perro me daba nauseas.

- Se llama Samanta- agregó tierna y suavemente, yo creo que pensó – “Maldicion que hay hombres estúpidos en este mundo”- ven bobo, quiero mostrarte algo.

Cuando dijo eso se me escapo una sonrisita maliciosa...

(…)

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