sábado, 18 de septiembre de 2010

Nueva crisis


He pensado todos estos días en escribir algo de forma urgente, el resultado de tanta ida y venida y también de tanto insomnio y colapso es nulo. De improviso nuevamente encontré ese libro buenísimo que critica tan exquisitamente al pueblo chileno y que habla y habla de las novedades de aquellos tiempos que, sin duda no dejan de ser las mismas que ahora, solo que con otros nombres, e incluso peores y más brutales. Hablo claramente de esta degeneración social, de la divulgación que no se sonroja por nada, y que le enseña a nuestras próximas generaciones cosas que nosotros mismos no podríamos ni imaginar… aun si bien, yo no soy una santa. Ja! Por supuesto que no lo soy, y es que, cuando me lanzo a escribir (como ansío ahora, pero nada), salen de adentro mío cosas tan remotas y extrañas, pensamientos tan ambiguos, unos tan llevados a la realidad y otros más locos que mi tío, me gusta pensar que algún día creare algo importante, que seré reconocida como una tontilla genio, pero admito que no es un pensamiento que me quite el sueño, nada más es eso, un sueño o mejor dicho; una meta.

Hace unos días atrás muchas cosas se me volvieron confusión, aclaro de inmediato que no me refiero a la confusión que he sentido antes, cuando paso eso y yo… no, es otro tipo de confusión, mucho más placentera –por supuesto-, lo que a mí me mueve, me inspira es el placer, sin morbo –claro- el placer de todas las cosas –cosas estúpidas a veces, cosas increíbles- . Como ayer, ayer cuando viajaba a Temuco, una señora delgadísima se sentó en el escandaloso asiento 28,a mi lado, noté como su curiosidad chistosa me observaba mientras leía, de a ratos yo no me aguantaba y lanzaba una risa complaciente, ¡y es que el libro está buenísimo, que ganas de contárselo a alguien!, pero ella no, la llamaron al teléfono, el ringtone añejo de su tarro sonó por todo el bus, e incluso el tipo de al frente que roncaba ceso su tedioso sueño, “alo mijita” dijo ella, y hablaron harto rato, que el médico, que el papá, que el viejo… y cuando al parecer tocaron el tema “del viejo” hasta yo, que estaba metidisima en el libro, noté su desconsuelo “hoy ni lo vi, si ni le importa si salgo o me queo en la casa, ¡el otro día llego como a la´ una! Yo dejo que el haga sus cosas, mientras el deje que haga las mías”, y al ratito después, cortó.

Como era de esperar, y no me costo distinguir era que su marido después de todo, era un viejo de mierda. "Pobre señora", pensé, pero nadie esta libre de que el viejo se ponga rebelde, para amortiguar eso existen muchas opciones, como...

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