martes, 30 de agosto de 2011

¿Por qué hacen papel higiénico con aromas?


Eso no va a amenizar el dolor. Necio comprador, ni menos va a hacer que su potito esté más feliz!

El mercado anda por la vida haciéndonos tontos con sutilezas tan pequeñas y geniales.

Quizás en el fondo nosotros tenemos la culpa de ser unos vendidos. No puedo parar de oler el papel y de sertirme inmensamente tranquila, con una como angustia de saber que en algún momento de la noche mi nariz querrá ser sonada. Últimamente he estado pensando en varias cosas, desde que tengo twitter se me ocurren puras barbaridades para escribir. Mis sueños no han dejado de ser extraños y a la larga me parecen divertidos y absurdos, anoche soñé que lavaba las cortinas del depa y que una pared no estaba, eso se acemeja mucho a un sueño que tuve hace años, donde había un departamento sin esa misma pared.

Yo si creo en las casualidades, señores, yo si creo (como agregaría la boloco)

Quiero lavar esas cortinas, ¿será una señal?

El viernes cuando estaba esperando el bus, al poco rato paso uno de esos payasos que andan siempre en ese paradero, me miro con su cara de infeliz y me dijo que para donde iba, a Villarrica le respondi, miro hacia las micros y me dijo: ya vendrá. Me da curiosidad las cosas que pueden decir los desconocidos, siempre me suenan como tan filosóficas y místicas, la semana pasada estaba esperando micro con la Feña y paso una señora ofreciendo chocolates, le dije que no podría que era alérgica , ella me dijo que si me iba a morir y le dije que no, me miro como para otro lado, sin verme en realidad y dijo que me iba a sanar, luego se fue.

Me quede pensando, ¿en realidad con un chocolate me muero?, por supuesto que no!

Me dio sueño, el papel ya no tiene olor a nada y aun no me dan ganas de sonarme la nariz, ¿qué en esta pieza no hay polvo?, ¿Qué no me voy a resfriar? Soy una fome. Quizás ahora lea Valparaiso, me tiene metida ese libro, es tan espectacular la forma de narrar de Joaquín Edwards Bello que me dan ganas de solo tener tiempo para leerlo, de leerlo para siempre y que nunca me de sueño a mitad de camino cuando viajo para la casa. Hace dos semanas lei lo mejor, la declaración de amor hacia Florita, ¡esa tipa es una tonta grave! Si yo tuviera al frente a un tipo tan refinado, intelectual, caballero y medio loco al frente no me lo pensaría ni una sola vez. Incluso…ya no lo hice.

Historias de amor y lujuria para la próxima vez. Para mañana solo habrá examen integrado, comida, televisión y conversaciones genialmente absurdas con mi padre, con mi mamá quizás arreglaremos el mundo un par de veces, le dedicaremos tiempo a unos cigarros y si estoy osada, terminaré el día con una copa de vino al lado de la estufa.

Acaricio el teclado, porque no se como despedirme, soy pésima en eso, además mientras escribo me imagino a alguien leyendo esto. Me parece extraño e intimidante, pero igual creo que lo podre en mi blog, no me queda de otra, la decisión ya la tome. En fin. Terminaré con la primera frase que encuentre del libro Valparaiso:

“El señor Irigoyen no pidía ocultar la dicha que le causaba mi visita; sus ojos se dilataba de alegría y parecían decir que no olvidarían jamás este gesto >de mi padre<”

Mm, no entendí xD

miércoles, 3 de agosto de 2011

!Feliz cumpleaños!


No soy bueno en la filosofía de la seguridad personal, está claro. La última vez que se me noto mucho fue en el mall – putos centros de consumismo vacio para las masas-. Fui a la zapatería, la primera, súper linda con grandes carteles de descuentos y botitas de la temporada, yo buscaba unas chalas para la Amanda, resulta que se me había olvidado su cumpleaños, pero ella no se dio ni cuenta además, todo lo dice facebook… la cosa es que estoy aquí, fuera de esta zapatería para mujeres e idiotas como yo.

Entré.

Adentro había una vendedora que no me parecía para nada guapa, así que me puse a inventar zapatos para ver, imaginándome a Amanda en situaciones muy cómicas con cada uno, de seguro la cara de debo tener espanta a cuanta gentuza, me imagine estando con la Amanda aquí y por un momento como que me ilumine con la edad que cumplía, si, es una pendeja de categoría, recién unos tiernitos 19 años , ja soy un viejo verde después de todo, con estas canas hasta en el bigote nadie me cree que tengo 45…idiotas. Mis cabellos blancos llamaron la atención de la vendedora – de esa fea que les comentaba-.

-¿lo ayudo en algo caballero?- dijo ella

- joven- agregué con una sonrisa de compadre calentón

La vendedora se quedó esperando a que le digiera algo, pero no me salió nada, del subsuelo emergió uno de mis más puros e insanos ataques de inseguridad.

- Dígame algo pues- volvió a intervenir ella con cara de compasión de trabajador de 11 horas. Yo mudo hasta que pude acotar

- Busco unos zapatos para mi sobrina, ella calza 37 y es media cuica- le dije mirándola de entre ojo, pensando que en cualquier momento cacharía que me refiero a la pendeja con la que me acuesto.

Rápidamente la tipa me llevó a una especie de templo, las paredes estaban tapizadas con zapatos de tacones asombrosos y grotescos, visualmente nada valía lo que salía en la etiqueta, pero re poco le importaría a Amanda si son feos mientras cuesten más de los que tiene puestos, si es tan tontita…

Habían tantos que me costó elegir, en realidad me fue casi imposible así que le pedí a la vendedora que eligiera los más apropiados, no sin antes darle unas características un poco extrañas de Amanda como; “tiene unas piernas larguísimas, hermosas, ricas” o peor aún “le encantan los tacos de vieja cuando sale conmigo”. La tipa me miraba con cara de incredulidad, pero yo tenía el suficiente cuidado, después de todo…no confío en nadie.

- Ya ya quiero esos – le dije apuntando a unas cosas tipo sandalias de color azul. Asunto cerrado.

La vendedora descubrió el subterfugio de mi compra, me pilló chanchito, pero ambos sabíamos que quedaría como una confidencia profesional entre ella y yo. Perfecto. Ella me seguía tratando con mucha amabilidad, aunque cachaba que yo era un viejo decrepito.

- Hasta luego dama- le dije amablemente antes de irme, pero por dentro pensaba “pobre…las cosas que tiene que aguantar”

Así que me fui al departamento, donde me esperaba Amanda o durmiendo o chateando con lolitas de su edad, más tierna mi tontita, ojala que le guste esta porquería que le llevo ¡por qué no me costó nada barata la gracia!. Cuando llegué al depa, estaba ella con cara de deprimida

- Mi amor, hola, ¿qué significa esa carita?, te traje algo… ¿pensante que lo había olvidado? Mensita ¡Feliz cumpleaños!- le dije ansioso entregándole la caja forrada en un azulado papel brillante.

-Idiota, mi cumpleaños fue ayer…